19 ene 2012

6 FORMAS DE SIMPLIFICAR TU VIDA

La alimentación del ser humano se ha modificado más en los últimos 80 años que en toda su historia. Lo mismo ha ocurrido con los medios que utiliza para comunicarse y transportarse. Independientemente de los avances, esto también ha traído grandes retrocesos, sobre todo en lo que toca a salud, hábitos y bienestar. Por ejemplo, varias veces al día escuchamos a alguien decir "estoy gorda" o "ando muy estresado", pero si miramos con detenimiento su día a día, nos daremos cuenta de que esto ocurre por una serie de hábitos aparentemente "más civilizados" que, en realidad, provocan más daños que beneficios. La buena noticia es que tiene solución, es tan simple como volver a lo básico.


Apaga la televisión, o por lo menos limita el tiempo que pasas mirándola y selecciona los contenidos. No todo lo que pasan es bueno, no todo lo que ves realmente te gusta, ¿o si? Mucha gente tiene la tele encendida todo el día, pero ocurre que todos los mensajes que salen de ahí se quedan haciendo ruido en la mente. Si quieres entretenerte con algo y no gastar dinero, sal a caminar con tu pareja o con un amigo, lee un libro o, mejor aún, lee un cuento para tus hijos, conversen, inventen juegos... la imaginación es gratis


Bebe agua. Sí, así de bobo, ¿pero cuánta gente lo hace? ¿Cuántos, de todos los que se quejan de su peso o su salud, beben agua constante y moderadamente? Créanme, este sencillo principio no sólo permite ahorrar dinero, también evita consumir azúcares innecesarias y edulcorantes tóxicos con regusto amargo. Hacerse el hábito de beber agua o infusiones sin azúcar en las comidas, es como reiniciar el sentido del gusto y desintoxicar el aparato digestivo.


Cuida tu alimentación. ¿Te has preguntado de dónde viene lo que te metes a la boca? Cuando vivimos en la ciudad no tenemos necesidad de cultivar, recolectar, criar o cazar lo que comemos, hay alguien más que se hace cargo de ello, dejándonos tiempo para otras cosas, supuestamente más productivas. Esto era un sueño hecho realidad hace 100 años, pero hoy es casi una pesadilla. Hemos cedido tanto nuestra responsabilidad alimentaria que ya no sabemos de dónde viene la comida ni cómo hicieron para industrializarla. Nos conformamos con el tipo de alimentación que impone la tienda "de conveniencia" más cercana, aunque nutricionalmente hablando, sea de muy mala calidad, esté llena de conservadores, pesticidas, colorantes y aditivos que ni siquiera podemos pronunciar. ¿Has pensado en lo que tiene que ocurrir para que un pastelillo dure seis semanas "suave y fresco" en el anaquel? ¿Has pensado en lo que ocurriría si simplificaras tu alimentación consumiendo vegetales, fruta, leguminosas y proteína fresca? Tú puedes decidir qué comer


Detente y respira. Tráfico, prisa, niños gritando o peleando en la parte trasera del auto, el celular que no deja de sonar, mil pendientes por hacer, horarios límite, fechas de pago... ¿Qué de todo lo que hacemos es realmente necesario? ¿Habría alguna forma de simplificar una rutina tan demandante para poder sentarse veinte minutos a respirar, meditar, mirar el paisaje o a tu hijo mientras toma la siesta? Revisa tu día a día e imagina cómo sería si dijeras "no" a alguna de las actividades que te has impuesto y que, en el fondo, sabes que no son absolutamente necesarias. Mejor, ¿cierto?


Raciona tu tiempo en línea. No sé si te ha pasado que sólo te habías conectado para revisar tus mails, y sin darte cuenta pasaste una hora navegando en sitios que realmente no tienen nada que ver contigo. Las computadoras son una gran herramienta, internet juega un papel muy importante en nuestra vida laboral y social, sin embargo, a veces abusamos y dejamos que se devore no sólo el tiempo que teníamos reservado para el entretenimiento, sino también el tiempo que podríamos dedicar a cuidar la salud y cultivar nuestras relaciones sociales de carne y hueso.


Moviliza tu cuerpo. El sueño de la modernidad está haciendo que el organismo pierda sus ritmos primigenios. Antes, el ser humano trabajaba de pie, realizaba esfuerzos físicos para ganarse la vida, los alimentos se hacían sentados y en colectividad. Y esto tenía un sentido a nivel simbólico y espiritual. Hoy, en cambio, trabajamos muchas horas sin pararnos de la silla o de pie en el mismo lugar, comemos solos, a veces de pie, a veces sin despegar los ojos de la pantalla. Curiosamente, la paz que necesita nuestro espíritu va en concordancia con la fortaleza y la flexibilidad de nuestro cuerpo. No pienses en el ejercicio como un lujo que no te puedes dar, piensa en el bienestar físico como un requerimiento básico para tu vida. En cuerpo y alma, estamos diseñados para obtener lo que necesitamos a través del movimiento. ¿Y tú, has hecho la prueba de simplificar tu vida? 

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